Refugio al pueblo afgano y la necesidad de reforma

Departamento Académico de Derecho
Martes 24 de agosto de 2021
19:45h

Por Daniela Guevara 

En abril de este año, el presidente Joe Biden informó que Estados Unidos retiraría sus tropas de Afganistán, después de veinte años de presencia militar continua. En mayo, el grupo islamista talibán inició una incursión para extender su control en el país. El 15 de agosto tomaron el control de Kabul, capital de Afganistán.

El pueblo afgano comprende la tercera población de personas refugiadas y desplazadas más grande del mundo. Se calcula que 4,6 millones de sus habitantes viven fuera del país. Aproximadamente 500,000 personas se han desplazado al interior de Afganistán desde principios de año, siendo mujeres y menores una abrumadora mayoría.

Con la toma de Kabul por parte del Talibán, decenas de miles de personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares, tanto dentro como fuera de Afganistán. Mientras las personas huyen, el resto del mundo se prepara para una posible crisis migratoria.

El Gobierno mexicano anunció esta semana que comenzará a tramitar las primeras solicitudes de refugio de la ciudadanía afgana, en especial mujeres y niñas, que lo han solicitado a través de la embajada de México en Irán. Esta acción es positiva y una prueba de que el Gobierno en México está dispuesto a brindar ayuda a personas sujetas a protección internacional. Sin embargo, es necesario hacer algunas consideraciones. 

Existe la creencia errónea de que México acumula una larga tradición como país de acogida para quienes han huido de guerras, violencia y crisis políticas. En realidad, desde hace más de cien años México ha tenido una política migratoria diseñada para sostener las barreras de ingreso y permanencia en el país. Las excepciones históricas, como el auxilio a solicitantes de asilo de Afganistán, no pueden ser confundidas con tradiciones.

Adicionalmente, la percepción de que México es un país de origen y tránsito de migrantes, más que de destino, persiste. En consecuencia, no se ha logrado diseñar una política migratoria explícita de integración. La falta de una política de este tipo afecta distintos ámbitos de la vida de quienes migran de manera permanente: desde el empleo, la educación, servicios de salud, financieros o programas sociales.

Las políticas migratorias definen la situación futura de las personas migrantes en el país de destino. En un contexto como el de México, es urgente formular e implementar una política migratoria que diagnostique la situación de las personas migrantes, desarrolle programas enfocados a la participación social e impulse que la opinión pública en torno a la migración sea favorable. Una política nacional para integrar socialmente a quienes migran a México.

Esto requiere de un esfuerzo coordinado entre órdenes y poderes de gobierno, la sociedad civil, academia y actores internacionales. México deberá reformar su política migratoria si busca dar verdadero auxilio a quienes lo necesitan. Si las personas afganas se enfrentan a las mismas barreras sistemáticas para ejercer sus derechos a las que se han enfrentado sus contrapartes en México, entonces continuarán en una situación de fuerte vulnerabilidad.