La crisis de agua en México

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Departamento Académico de Derecho
Martes 20 de abril de 2021
17:45h

Marina de la Sierra

Durante años y generaciones, las guerras se han librado por el petróleo. En poco tiempo, se librarán por el agua– fue lo que dijo la vicepresidenta de Estado Unidos, Kamala Harris, al presentar un proyecto de infraestructura de agua. Se trata de fortalecer a nuestra nación alrededor de una mercancía, una mercancía muy preciada.

 

La escasez de agua, agravada cada vez más por los efectos del cambio climático, tiene el potencial de crear e intensificar conflictos, así como la inseguridad alimenticia y económica. La violencia inducida por la competencia sobre recursos, así como la pérdida de cosechas y de otros sustentos de vida son algunas de las maneras mediante las cuales se conduce a desplazamientos masivos de personas. Entonces, no solo serán guerras, también serán crisis migratorias sin precedentes las que se desencadenarán, a su vez intensificando conflictos sociales, en un futuro en donde los recursos naturales siguen siendo mercancías. Se estima que para el 2050, entre 50 millones y mil millones de personas serán desplazadas por razones tanto sociopolíticas como biofísicas que incita el cambio climático; la cifra más aceptada son 200 millones.

 

En México, el conflicto por el agua lleva mucho tiempo acumulándose y la escasez cada día es más latente. Por lo menos 16 estados están en riesgo de agotar el total de sus fuentes hídricas por sobreexplotación. Por un lado, la dotación de servicios a los habitantes, la generación de energía eléctrica y el abastecimiento de riego en comunidades y ejidos es una parte necesaria de esa explotación; es necesario encontrar maneras eficientes de tratar el agua y sustentables de generar energía, así como regular la cantidad de químicos que usamos que hacen el tratamiento cad vez más difícil. Por otro lado, está el agua que sirve para fines de lucro: no existe un límite en cuanto al volumen de agua a concesionar para un actor privado, no importa si se pone en riesgo el bienestar social o se degrada la calidad del agua. En México solamente el 1.1% de los usuarios privados explota más de una quinta parte del agua concesionada y la mayoría la saca de acuíferos sobreexplotados. Empresas como Bachoco, Cemex, Nestlé, Bibmo, Femsa Coca-Cola, por mencionar solo algunas, acaparan las reservas de agua, muchas veces para venderla después en botellas de plástico.

 

Desde el 22 de marzo de este año, mujeres, hombres, niños y niñas mantienen un plantón en las instalaciones de Bonafont en Zacatepec, denunciado la extracción desmesurada de agua que deja a la comunidad sin agua o enferma por el agua contaminada. Bonafont, solamente en ese municipio, extrae al año 590 millones 976 mil litros de agua– más de un millón y medio por día.

 

Mientras, en el Valle de México, el problema de la distribución, saneamiento y extracción de agua es quizá el más urgente de todos. Conforme se hunde la ciudad, se dañan más las pipas; conforme se acumula la basura, la urbanización desmesurada, la contaminación y el mal uso de aguas residuales, avanza el cambio climático y las sequías, escasean las aguas subterráneas, y en partes de la ciudad como Iztapalapa, Tlalpan y Xochimilco, se sienten los efectos más crueles: recortes periódicos y agua contaminada que ocasiona enfermedades a vecindades enteras. Todo mientras alrededor de la enorme ciudad, se contaminan con las aguas residuales los campos dónde se produce nuestro alimento y las fuentes de agua de

comunidades marginadas. Nos enfrentamos a un problema que, como avalancha, se lleva consigo a todo a su alrededor. Y si no actuamos pronto, nos enfrentaremos a un desplazamiento masivo de personas en busca de agua, desestabilizando lo que ya es una frágil situación política y económica.

 

La solución no es fortalecer a ninguna nación alrededor de una mercancía, si no precisamente des mercantilizar los elementos más básicos de nuestra supervivencia, priorizar la vida humana y el balance ecológico y abandonar el modelo extractivista que ha dejado a pocos con mucha agua y a muchos despojados de sus derechos básicos.