Crisis en Haití

Departamento Académico de Derecho
Jueves 18 de febrero de 2021
19:30h

Marina de la Sierra

Hace algunas semanas, las autoridades de Estados Unidos devolvieron a decenas de haitianos a Ciudad Juárez desde Texas. Esta medida se tomó invocando la ley de salud pública conocida como “Título 42”, creada bajo la administración de Donald Trump y conservada bajo la de Joe Biden. Mediante esta ley, las autoridades estadounidenses pueden expulsar a México a los migrantes atrapados cruzando ilegalmente, sin embargo, el acuerdo político vigente se limita a migrantes mexicanos o provenientes de Guatemala, Honduras y el Salvador. Los inmigrantes haitianos, quienes solicitaban asilo, fueron retenidos por más de 3 días y expulsados sin ninguna documentación.

Haití ha sido víctima de inestabilidad política, económica y climática, y Estados Unidos ha jugado un papel importante en el manejo de estas crisis. Tras un golpe de estado apoyado por EE.UU. que destituyó al presidente Jean-Bertrand Aristide, fuerzas internacionales integradas principalmente por efectivos de EE.UU. Francia y Canadá ocuparon el país en el 2004. En el 2010, un terremoto devastó al país, desplazando a 1.6 millones de personas y destruyendo los puertos más importantes del país. Hillary Clinton, como Secretaria de Estado, supervisó los $4.4 billones de dólares de ayuda manejados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Poco después del terremoto y a pesar de la inestabilidad, se llevaron a cabo elecciones. La participación electoral fue baja y el candidato ganador, Michel Martelly, recibió menos del 20% de los votos después de que el candidato Jude Celestin fuera eliminado de la segunda ronda como consecuencia de la presión internacional. El apoyo de Estados Unidos permaneció a pesar de las claras señales de autoritarismo que se materializaron en las elecciones del 2015, en donde se denunciaron irregularidades. La participación electoral fue la más baja en la historia y se eligió a Jovenel Moïse– quien hoy se niega a dejar el poder, gobierna por decreto y ha prohibido distintas formas de protestar, llamándolas “terrorismo”. Por otro lado, muchos haitianos denuncian el poco control que tienen sobre los fondos de ayuda de USAID, el gran porcentaje de este que se ha destinado a compañías extranjeras y lo poco que se ha materializado el supuesto desarrollo prometido por los fondos y las reformas económicas que se llevaron a la par.

La crisis política que se ha presentado en Haití– o la continuación de una que parece ser interminable– acompañada de la crisis económica derivada del Covid-19, inevitablemente ha aumentado los flujos migratorios. Los refugiados del desastre del 2010, aún sin un hogar definido, han buscado escapar de los efectos devastadores del Covid-19 en Brasil, encontrando fronteras endurecidas en Perú en sus intentos por llegar a México. A pesar de la complicada situación, tanto dentro de Haití como internacionalmente, una cosa es clara: Estados Unidos se ha involucrado profundamente en los procesos políticos y económicos del país, dejándolo con una responsabilidad innegable de, cuando menos, atender las demandas de asilo de los haitianos en sus fronteras