Mujeres refugiadas y migrantes
Por Tamara Escartin
Hoy, miles de personas se encuentran en movimiento, ya sea para escapar de la pobreza, para buscar oportunidades o para escapar de los conflictos y violencia que asolan a sus países de origen. El fenómeno de la migración no es desconocido para nadie. Sin embargo, nos hemos olvidado de las necesidades y las voces de las mujeres refugiadas y migrantes.
En México, de acuerdo a las estadísticas de la Secretaría de Gobernación y el Instituto Nacional de Migración, en el 2019 las mujeres y las niñas representaron el 40 por ciento de las personas detenidas en estaciones migratorias en todo el país. Lo mismo sucede con las mujeres refugiadas. De enero a mayo de 2020 las mujeres representaron el 40 por ciento de las personas que solicitaron asilo en México. Además, a partir del 2019 las mujeres migrantes se enfrentan a políticas migratorias más restrictivas en la región, lo que incrementa las condiciones de vulnerabilidad en su tránsito y al llegar al país de destino.
Entre las causas que las obligan a las mujeres a salir de sus países está la violencia de género, la persecución y amenazas por razón de género, la desigualdad y la discriminación. Las mujeres, niños y niñas migrantes son la población más vulnerable por motivos de género y edad, quedando expuestos a todo tipo de violencia y abusos en el proceso migratorio, ya sea desde el país de origen o en los países de tránsito y destino. Los retos y riesgos que enfrentan están marcados por el género, la xenofobia y la discriminación.
Por si fuera poco, la pandemia por COVID-19 ha agravado su situación. Tras el cierre de fronteras en Centroamérica, cientos de personas migrantes y refugiadas quedaron varadas en municipios de la frontera sur de México. Además, la Guardia Nacional y las policías municipales llevaron a cabo operativos de detención, donde se vieron violados los derechos de cientos de migrantes. También es importante mencionar que, en un inicio, ni siquiera se les consideró como parte de la estrategia en materia de salud, exponiendo no solo a las personas migrantes, sino también a los funcionarios públicos y trabajadores humanitarios a un alto riesgo de contagio. Tampoco se implementaron protocolos a nivel nacional para la detección y atención de casos de COVID-19 entre la población migrante, delegando la responsabilidad en las organizaciones civiles y agencias internacionales para la adecuada intervención a personas migrantes. La pandemia nos demostró la falta de capacidad de las instituciones para la atención de las personas migrantes, en especial mujeres y niños, y las devastadoras condiciones en las que viven en las estaciones migratorias de todo el país
En todo el mundo, las mujeres migrantes y refugiadas desempeñan un papel fundamental en las comunidades y economías. Por eso, los compromisos por parte del gobierno mexicano dentro del marco de la migración deben incluir la lucha por la equidad de género, el empoderamiento de mujeres y niñas, y el cumplimiento de sus derechos humanos, siempre tomando en cuenta las necesidades propias de las mujeres y niñas.