El mundo ante una nueva crisis migratoria

Departamento Académico de Derecho
Lunes 30 de agosto de 2021
18:00h

Tamara Escartin 

El pasado 15 de agosto, después de casi dos décadas de guerra en Afganistán, los talibanes tomaron la capital, derrocando el gobierno y provocando que miles de afganos busquen desesperadamente su salida del país. Ahora más que nunca, es de suma importancia reflexionar sobre el futuro de los refugiados afganos, pues el mundo se enfrenta a una posible crisis migratoria y no puede repetirse la historia de Siria en el 2015.

El grupo de los talibanes surgió a finales de los años 90, después de la retirada de las tropas de la Unión Soviética de Afganistán. Para 1996, obtuvieron el control de casi todo el país, declararon un Emirato Islámico e impusieron la “sharia” o ley islámica, la aplicación de brutales castigos en público y la restricción del papel de las mujeres. Es necesario destacar que en ese entonces tenían el apoyo de EE.UU. Sin embargo, Afganistán se convirtió en un refugio para Osama bin Laden y Al Qaeda. Con los atentados del 11 de septiembre, EE.UU. decidió invadir Afganistán y luchar contra los talibanes. Así es, decidieron combatir al grupo que ellos mismos apoyaron y financiaron unos años antes. Y así llevábamos casi 20 años: los talibanes intentando recuperar el control del país y la OTAN enviando tropas para contenerlo. En 2020 el gobierno de EE.UU. firmó un acuerdo para retirar sus tropas de Afganistán, y el pasado abril comenzó la retirada.

El regreso al poder del grupo fundamentalista está generando preocupación y caos en el país. Miles de personas están buscando desesperadamente huir de Afganistán por el temor a represalias y a la imposición de un estricto régimen talibán. Alrededor de 2.9 millones de personas ya estaban desplazadas internamente en Afganistán, y 2.6 millones de afganos eran refugiados en el extranjero. Tan solo este año, cerca de 400.000 personas han abandonado su hogar, el 80% de estas son mujeres y niños.

Se prevé que el resto del mundo enfrente una crisis migratoria en los próximos meses y años. Varias potencias occidentales se han comprometido a recibir refugiados, sobre todo a aquellos civiles que ayudaron durante los 20 años de operativos militares. En América Latina, México, Chile y Costa Rica han anunciado planes para darle acogida a los afganos, especialmente los que están en mayor riesgo como mujeres y niños. A pesar de estos esfuerzos y de los llamamientos que se han hecho a los gobiernos del mundo a frenar las deportaciones y abrir las fronteras, algunos líderes globales han externado la necesidad de aplicar medidas para contener una migración irregular, pues temen que esto provoque una grave crisis migratoria similar a la de Siria en el 2015. 

El conflicto en Siria provocó la salida del país de más de cinco millones de personas hacia países vecinos y la llegada a Europa de más de un millón de refugiados. La gestión de esta política migratoria desencadenó una crisis política en la Unión Europea, una fuerte crítica al gobierno de Angela Merkel por mantener

abiertas las fronteras y una crisis humanitaria sin precedentes. Esta última siendo resultado de una falla colectiva para responder a las necesidades de asistencia y protección a las personas migrantes.

Como comunidad internacional, no podemos dejar que se repita la misma historia, donde la falta de opciones seguras y legales para los refugiados, las inhumanas condiciones de acogida, y los complicados y largos procesos de registro y asilo, agravaron las condiciones de las personas en movimiento. Será importante implementar, por un lado, medidas de protección para asegurar la igualdad, dignidad, seguridad de las personas migrantes, y por el otro lado, medidas para su reasentamiento a largo plazo.

Sin duda, Occidente tiene una responsabilidad en Afganistán, y por desgracia, el mundo lo está mirando en silencio. Hacemos un llamado a los gobiernos del mundo, primero, a proporcionar canales seguros y legales para las personas que buscan asilo; segundo, a reforzar y facilitar esquemas legales de ingreso, por ejemplo, visas humanitarias, simplificación de los requisitos de visado, aceleramiento del proceso de visas, planes de reasentamiento y reubicación a largo plazo; tercero, proporcionar asistencia humanitaria apropiada para todos aquellos que están arriesgando su vida en busca de un lugar seguro. De acudir a este llamamiento, demostrarán su compromiso con los derechos humanos y generarán la esperanza de un mundo solidario.