El conflicto armado en Etiopía
Por María Fernanda Rodríguez
El 4 de noviembre de 2020, comenzó el conflicto armado entre el gobierno nacional de Etiopía y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (FLPT). El conflicto se gestó después de meses de tensión entre ambos actores; durante noviembre, la guerra comenzó porque, según el gobierno etíope, el FLPT atacó bases militares etíopes en Mekele y Dasha. A final del mes, el primer ministro, Abiy Ahmed Ali, había declarado que el conflicto había finalizado, pues el FLPT estaba debilitado. Sin embargo, el conflicto se ha prolongado durante meses y, también, se ha expandido en la región — incluso las fuerzas armadas de Eritrea se han visto involucradas. La comunidad internacional está especialmente preocupada por los reportes de violaciones a los derechos humanos, sobre todo lo que concierne a la violencia sexual.
Asimismo, desde el inicio del conflicto, la población civil ha huido de la lucha armada. Hasta abril de 2021, se estima un total de dos millones de personas internamente desplazadas en el país; también, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estimaba que había aproximadamente 60,000 refugiados etíopes en Sudán. En los campos de refugiados, las condiciones son precarias y se han exacerbado debido a la pandemia por el Coronavirus (COVID-19). Además, durante la lucha armada, el gobierno nacional ha tomado medidas para limitar el flujo de información — incluso se ha limitado el acceso de ayuda humanitaria a la región — es por lo que las condiciones de las personas desplazadas y los solicitantes de refugio se han agudizado. A pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional, no parece que haya una solución pronta sobre el conflicto; esto tendrá consecuencias sobre los flujos migratorios en la región.